tirasdenaranja's Post

(parte 1) A riesgo de ser demasiado controvertida me atrevo a usar este lema incendiario: El amor es el producto estrella del mercado capitalista. ¡Está de oferta! La fantasía colectiva en la que unos y otros, y sobre todo, unas y otras, compran, invierten y arruinan capitales de tiempo y dedicación por el sueño dorado, la realización plena en la que el mundo cobrará sentido, los querubines resonarán campanitas y el mundo se llenará de azúcar, purpurina y color se vende hasta en el supermercado cutre de turno. No hay a qué leer la letra pequeña de ese contrato donde se estipula desigualdad, juegos de poder, posible violencia, dominación, y, por supuesto, renuncia a las libertades y los derechos fundamentales…porque todo es en nombre del amor ¿y quién puede renunciar a semejante ganga?

¿El premio? Una bonita relación monógama, heteronormativa y con muchas perdices. El marketing ha sabido jugar sus cartas, ha dedicado su tiempo a pensar en el envoltorio ¿cómo remodelar los antiguos roles y propiedades de tantos siglos atrás a las modernas exigencias del siglo xxi? Poniéndole mucho brilli brilli al asunto, mucho sentimiento y mucha película de lágrima fácil. Ahora somos mucho más modernos, cambiamos de pareja con la facilidad con la que uno cambia de compañía de teléfono y cuanto menos demuestres tu dolor, más habrás aprendido, más digno te verás en tu camino al nuevo paquete Jazztel del amor, esta vez, tarifa plana. Recordemos las tres reglas básicas del consumismo: úselo, disfrútelo, deséchelo. Ahora sí, en esta versión 2.0 del amor se podrá disfrutar hasta que caduque el producto, y haya que conseguirse al siguiente.